miércoles, 10 de noviembre de 2010

Primero entender, después manipular.



La cuestión dentro del A-life Art va más allá de la simple expresión artística. Esta nueva tendencia nace desde la revolución genética generada en los últimos años. Artistas, científicos y genetistas se unen para crear obras, las cuales poseen partes vivas y partes artificiales. Lo anterior, ya hace de por sí, que sea una práctica muy discutible, ya que influyen cuestiones sociales, éticas, científicas y hasta religiosas en su creación.

El hombre siempre ha tenido esa curiosidad e interés de generar nuevas formas de vida, de sentirse creadores absolutos y dueños de la naturaleza. Nos sentimos una raza superior a la tierra, hasta el punto de poner la idea en nuestras cabezas que la tierra está al servicio de nosotros. Creo que es suficiente ver los daños que hemos creado en nuestro medio ambiente para darnos cuenta que estamos muy equivocados. Jugar con la creación de vida es algo muy complejo, y es indispensable entender y respetar las demás especies, antes de querer jugar indiscriminadamente con ellas.

Ya haciendo la anterior reflexión, debo decir que tengo ciertas dudas y conflictos con el A-life Art. Es bastante complejo realizar obras, en las que otros seres vivos son manipulados, simplemente por el capricho de un artista de plasmar algo que se le vino a la mente. Cito la obra de Eduardo Kac, Alba, el conejo fluorescente. Cuál es la necesidad del artista de manipular este animal, simplemente para crear características en él que no le generarán ningún beneficio real. Por el contrario, le está quitando ya más de lo que hemos hecho su naturalidad de mamífero, lo convierte en un fenómeno, imposibilitado a relacionarse de forma normal con otros de su misma especie. Pero bueno, esto no está muy lejos de esas horrorosas peluquerías para perros que les tiñen su pelaje de colores, pintan sus uñas y hasta le diseñan disfraces que simplemente son una molestia para estos animales. Lo que me produce gran repulsión en los dos casos anteriores, es que estamos convirtiendo seres vivos en objetos de exposición, objetos que son destinados al deleite de otros, dejando a un lado su esencia viviente.



Pero a pesar de todo, no estoy en contra del A-life Art, en realidad, me parece increíblemente interesante. Con las obras vistas en clase y otras estudiadas en otra asignatura, me he encontrado con expresiones artísticas las cuales tienen un valor conceptual muy importante y las cuales si aportan algo real, más allá del morbo de la manipulación. Existe una obra dentro de la convocatoria de Vida de Telefónica, la cual se llama Silent Barrage (Bombardero Silencioso). Esta obra se enfoca en tratar de entender un poco más las conexiones neuronales y  la forma en que funciona el cerebro. Esta es generada a partir de un componente tecnológico y otro vivo. Una serie de células neuronales es conectada a una matriz de electrodos, la cual sirve como feedback con las células. La matriz recibe la información generada por las neuronas y envía señales a las neuronas. Esta obra puede parecer un poco rara, pero es un claro ejemplo de un uso, en mi opinión correcto del A-life Art. Fue premiada con el primer lugar en la convocatoria el año pasado, y muy bien merecido, ya que ha sido una de las pocas obras presentadas en esta convocatoria, la cual es valiosamente en el ámbito artístico y científico.

Tal vez estoy siendo un poco extremista con este tema, pero en mi opinión, las obras de este tipo que me parecen relevantes y válidas, son aquellas que nos permiten avanzar un poco más en el entendimiento de la vida, como crítica hacia las manipulaciones sin escrúpulos y como llamado a interesarnos un poco más por la vida misma. 

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